Crítica: ‘Flashback’

Sinopsis

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Fred (O’Brien) no es un detective, un agente secreto o un filósofo. Es un tío normal y corriente que se acerca a los 30 años y que atraviesa una crisis existencial ahora que se ve en el precipicio de la auténtica madurez. Se debate entre varias cuestiones: ¿Debería comprometerse con su novia de toda la vida? ¿Debería empezar a trabajar en una empresa para pagar las deudas y descartar sueño de convertirse en artista? ¿Debería pintar las paredes de su nuevo piso de azul turquesa o azul celeste? Tras un encuentro accidental con un amigo de su juventud que había olvidado, Fred viaja de manera literal y filosófica al pasado. Poco a poco comienza a desentrañar un misterio oculto sobre una chica desaparecida, una droga llamada Mercurio y una terrorífica criatura que le ha perseguido hasta su madurez. A medida que pasado, presente y futuro comienzan a cruzarse entre sí, Fred comienza a explorar todas las posibles vidas que podría tener. ¿Cuál escogerá?

Crítica

Fobias y rabias generacionales en forma de flashes

Con el título y la sinopsis de la película esperaba una película de ciencia ficción de carácter independiente capaz de sorprenderme por sus argumentos. Ciertamente ‘Flashback’ tiene buena materia y nos deja un poso enriquecedor. Lo que no entiendo es por qué está categorizada como R por que no se percibe en ella ni violencia ni lenguaje explícito. Quizá es por las epilépticas imágenes que nos hacen ir de atrás adelante en la historia.

‘Flashback’ es un filme que nos hace dudar, que nos inquieta e intriga, que siembra en nosotros nostalgia y cuestiones. Constantemente recibimos como estímulo de entrada un bombardeo de imágenes que el protagonista también está percibiendo como algo desconcertante. Recuerdos del pasado, de su infancia, de su juventud… Tanto nosotros como el personaje interpretado por Dylan O’Brien percibimos una realidad alterada, ya sea por lagunas o por psicotrópicos. El filme juega con esa confusión para mantenernos en vilo y consigue resolverse sin dejar nada al azar.

Además de demostrar porque Canadá sigue siendo una punta de lanza para la ciencia ficción ‘Flashback’ se gana el apodo de generacional. Maneja una trama temporal que se asocia a teorías de universos múltiples, algo que los cineastas y científicos de hoy en día tienen muy presente. Tengo claro que nuestra generación filosofa a través del cine flirteando con la idea del multiverso, buscando evadirse a realidades alternativas que manifiesten mejor sus miedos o deseos. O simplemente en un intento de escapar de una realidad en la que te puedes jugar el futuro en cosa de una hora: en un examen de selectividad, una presentación de empresa, en una entrevista de trabajo… No nos gustan las elecciones que se nos dan o los procesos a los que nos someten.

Estos temores son aún más profundos o están más agravados en los protagonistas que parece que viven una especie de crisis de los cuarenta a los treinta e incluso a los dieciocho. Se sienten en una prisión que es fácil transmitir al espectador, la del sistema que tenemos, la de vivir una vida preestablecida y los grilletes de las rutinas. Todo el discurso de la película se resume a las opciones, a la libertad de tomar decisiones al no tener que vivir en un mundo donde solo progresas si escribes lo que quieren que escribas en una redacción o dices lo que quieren oír tus jefes.

Cada vez me gustan más los proyectos en los que se mete Dylan O’Brien. Si he dicho que ‘Flashback’ muestra inquietudes e influencias de nuestra generación podemos relacionar su carrera de un modo parecido. Está sabiendo unirse a proyectos capaces de sorprender a los de su quinta o algo mayores como ‘El corredor del laberinto’, ‘Marea negra’, ‘De amor y monstruos’ e incluso ha sido la voz de Bumblebee. Me gustan sus películas, su interpretación tampoco es que sea para Oscar, de hecho suele necesitar estar bien rodeado. En este caso más que el reparto le ayuda mucho el montaje de la película. Una edición que nos da momentazos, como la secuencia reveladora que sucede justo a la hora de película.

Esta es también la historia de los colocones de un artista reprimido. Un dibujante que además de tener sueños y pasiones sometidas, también reprime un recuerdo importante. Consigue ser con todo esto muy melancólica y a veces críptica. Pero es fácil de entender sin acabar rallado. Lo habría dejado cuando ella dice “a todas partes” pero hay algo más que descubrir a cerca de esta historia, por lo que merece la pena hacer flashback en nuestra cabeza tras verla y repasarla mentalmente.

Ficha de la película

Estreno en España: 16 de julio de 2021. Título original: The Education of Fredrick Fitzell. Duración: 97 min. País: Canadá. Dirección: Christopher MacBride. Guion: Christopher MacBride. Música: Anthony Scott Burns, Pilotpriest. Fotografía: Brendan Steacy. Reparto principal: Dylan O’Brien, Maika Monroe, Amanda Brugel, Hannah Gross, Liisa Repo-Martell. Producción: Resolute Films and Entertainment, Addictive Pictures, Trinity Media Financing, Téléfilm Canada. Distribución: Filmin. Género: ciencia ficción, drama, supense. Web oficial: ver en Filmin.

Crítica: ‘Becky’


Sinopsis

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El fin de semana de una adolescente y su padre empeora cuando un grupo de presos irrumpe en su casa de lago.

La valiente y rebelde Becky (Lulu Wilson, ‘Líbranos del mal’, ‘Ouija: El origen del mal’, ‘Star Trek: Picard’) acompaña de mala gana a su padre Jeff (Joel McHale, ‘Community’, ‘Nación salvaje’) a su casa del lago donde pasarán el fin de semana en un esfuerzo por intentar reconectarse después de la muerte de su madre. El viaje empeora cuando un grupo de convictos que se han escapado de la cárcel, liderados por el despiadado Dominick (Kevin James, ‘Niños grandes’, ‘Superpoli de centro comercial’), invaden la casa. Becky, que ya no es la niña de papá, decide tomar cartas en el asunto en este thriller de acción de alto voltaje descrito como «John Wick con una niña de 13 años».

Crítica

Merece la pena que os fuguéis a este enfrentamiento entre matones de patio

Las películas enmarcadas dentro del género home invasión casi siempre dan buen resultado. El espectador conecta fácilmente con los protagonistas que ven como su vida cotidiana se ve irrumpida. Si a ese ingrediente le añadimos violencia y un cómico en su primer papel de villano tenemos ‘Becky’, una película que tiene su gracia.

Becky ha perdido a su madre y su padre quiere presentarle a su nueva novia. Para ello van a su cabaña en un remoto bosque donde espera que tengan unos días de acercamiento. Pero su camino se cruza en el de unos peligrosos presos fugados que tienen un objetivo precisamente en esa casa.

Con esta película de Jonathan Milott Cary Murnion (‘Cooties’) disfrutamos pues es bastante violenta, hasta el punto de tener gore del divertido. También porque al igual que en ‘Cooties’ tenemos a una adolescente violenta, cubierta de sangre y mal hablada, aunque en esta ocasión está del lado de los buenos. Lulu Wilson (‘Annabelle creation’, ‘La maldición de Hill House’) materializa a una chica entre lo salvaje y lo consentido. Una adolescente de esas a las que dan ganas de mandar al garete por sus rabietas pero que también necesita exteriorizar sus inquietudes. Y esto último lo hace por sí misma en una historia que bien podría ser un ‘Solo en casa’ con los códigos R del siglo XXI.

Y aunque algunas escenas de acción no terminan de funcionar la película nos da la suficiente adrenalina como para mantenernos al loro. Sobre todo también por dos personajes que imponen. Uno al que estamos acostumbrados, Robert Maillet, y otro que ha mutado su con respecto a lo que nos tiene acostumbrados. Kevin James prueba un cambio al estilo del que llevo a cabo Vince Vaughn hace poco en ‘Brawl in cell block 99’. Se convierte en una figura la mar de amenazante, un neonazi confeso con unas intimidatorias pintas que sabe manejar. Quién sabe cómo habría sido esta película si finalmente la hubiese hecho Simon Pegg como estaba planteado en sus inicios.

Tanto las escenas de acción a lo Rambo como la previsibilidad del guión hacen de ‘Becky’ una película casi del montón. Si no fuese por el cambio de Kevin James y la garra de Lulu Wilson pasaría desapercibida. Merece la pena que os fuguéis a este enfrentamiento entre matones de patio (de prisión y escuela).

Ficha de la película

Estreno en España: 12 de febrero de 2021. Título original: Becky. Duración: 92 min. País: EE.UU. Dirección: Jonathan Milott, Cary Murnion. Guion: Nick Morris, Lane Skye, Ruckus Skye. Música: Nima Fakharara. Fotografía: Greta Zozula. Reparto principal: Kevin James, Lulu Wilson, Joel McHale, Amanda Brugel, Robert Maillet. Producción: Yale Productions, BoulderLight Pictures, BondIt, Buffalo 8 Productions, SSS Entertainment, SSS Film Capital, United Talent Agency. Distribución: Movistar+. Género: thriller, acción. Web oficial: https://www.yaleproductions.com/films/becky

Crítica de la serie ‘Snowpiercer. Rompenieves’

Asesinato en el Snowpiercer exprés

El cómic de ‘Snowpiercer’ vuelve a ser objeto de una adaptación (podéis leer nuestra reseña aquí). Tras la versión cinematográfica de Bong Joon Ho (‘Parásitos’) el día 25 de mayo Netflix publicará su serie, de la cual nos ha permitido ver ya tres episodios. Se irán publicando semanalmente, algo que no es habitual en Netflix, pero vivimos una época poco común. Quizá la razón es que esta serie en USA la controla TNT.

También es poco frecuente el plantel que vive la humanidad en ‘Snowpiercer’. La idea de Jacques Lob, Jean-Marc Rochette y Benjamin Legrand permanece intacta en esta serie que ha producido el equipo de la película: Bong Joon Ho (Parásitos), Miky Lee, Tae-sung Jeong, Park Chan-wook, Lee Tae-hun y Dooho Choi. La poca población humana que queda sobre la faz de la Tierra está confinada en un tren de mil y un vagones. Se ha añadido una pequeña variación. La razón es como siempre que el mundo está congelado, pero esta vez se debe a un error humano al intentar corregir el cambio climático.

Graeme Manson (‘Orphan Black’) es quien ha orquestado esta serie que en sus primeros episodios está dirigida por James Hawes (‘Black Mirror’) y Sam Miller (‘Luther). Y si querían ser fieles a los cómics la serie se tenía que parecer a la película. Así es en algunas escenas de su inicio, el cual fue modificado tras un piloto fallido. Pero también hay cambios, algunos muy interesantes, que hacen que la serie tenga un aliciente y unas soluciones por las que merezca la pena ser vista. De hecho podría funcionar como algún episodio previo a lo sucedido en las otras versiones que hemos visto, aunque realmente esta es una variable distinta de la premisa.

Todo empieza un poco al estilo ‘Altered Carbon’. Los ricos de arriba (en este caso de la parte delantera del Snowpiercer) rescatan a un hombre (interpretado por Daveed Diggs) de la miseria para que resuelva un extraño crimen. Siendo más sangrienta que la película e incluso que el propio cómic la situación se convierte en una especie de ‘Asesinato en el Orient Express’ pero post-apocalíptico. Cual Poirot tenemos al protagonista, esta vez llamado Layton, investigando por el tren mientras se mueve entre prejuicios, secretos, rencillas, odio y las propias sorpresas que le da el descubrir lo que hay en los vagones que ha tenido durante más de siete años al otro lado de la puerta. Vagones que por cierto algunas veces tienen interiores sobredimensionados. Si esta trama hubiese servido como herramienta para elevar el mensaje de la idea original estaría aplaudiéndola, pero me temo que solo funciona para poder justificar el formato de serie.

Sin lugar a dudas se conserva el mensaje de diferencia entre estratos sociales y la vaga resistencia de los ricos a adaptarse a un nuevo orden mundial. En este rompehielos motorizado hay muchos más pobres que ricos y sin embargo los privilegiados tocan a más trozo del pastel. Los de primera clase viven en su mundo particular y los de tercera aunque inferiores están en todas partes gracias a que viven, sirven y trabajan en todas partes del tren. Dudoso equilibrio piramidal en un mundo lineal que hoy en día vemos en muchos países, empresas o sociedades, como por ejemplo España, donde unos cuantos viven en su propia burbuja y llegan a tal punto de ignorancia que se olvidan del bien común. La lucha de clases sigue siendo uno de los argumentos principales y las cuestiones revolucionarias siguen estando muy presentes en esta historia que transcurre a mil revoluciones. No me refiero a una sensación de frenesí en la serie, si no al avance implacable del tren. Porque el ritmo, aunque no es pausado, tampoco se puede decir que nos haga segregar adrenalina. No arriesga en ninguno de esos aspectos, ni es una aventura comprometida ni se moja a la hora de abordar un estilo más rápido y directo que podría estar acotado a un público más reducido.

‘Snowpiercer’  lastra las carencias de un actor algo falto de carisma que interpreta a un personaje que se tiene sobrestimado y que además ha de liderar a los parias de la humanidad. También le quita encanto la mala gestión de los momentos musicales. Sin embargo hay brotes verdes en la heladora corteza terrestre. Está mucho mejor Jennifer Connely, no solo por su actuación si no por ese halo de misterio de su personaje y por el giro tan sugerente que tiene. Su secreto es mucho más atractivo que el que pueden revelar todos los demás pasajeros del tren.

Obviamente no hace falta haberse visto ni la película ni haber leído el cómic para captar todo lo que nos cuenta. Uno puede entretenerse con ‘Snowpiercer’ sembrándose la expectativa por cómo va a acabar este o aquel personaje, pero tampoco hay que ponérsela muy alta pues no hay giros excesivamente inteligentes. A mí, tras cinco episodios e indagar algo en la serie lo que más me ha seducido no es que ya tenga una segunda temporada planificada, sino que en ella estará Sean Bean.

Ha vuelto ‘El cuento de la criada’, estas son nuestras impresiones

Ya se han estrenado dos episodios de la segunda temporada.

Desde el 26 de abril HBO España ha estrenado dos episodios de la segunda temporada de ‘El cuento de la criada (The handmaid’s tale)’. La exitosa serie que el año pasado acaparó decenas de premios y multitud de buenos comentarios de crítica y público, entre los cuales me incluyo, regresa con una segunda temporada. Generando más historia de la que creo Margaret Atwod y continuando un argumento que supuso el punto de partida para esta temporada nos hace vivir más allá el desafío de Defred o June Osborne (Elisabeth Moss) hacia todo un sistema que trata a las mujeres como ganado o esclavas.

La distopía machista dominada por una sociedad deprimente y producida por Bruce Miller (‘Los 100’) vuelve con una premisa muy interesante. Nuestra criada protagonista quiere proteger a su bebe nonato de una sociedad extremista y demente, que ha perdido el rumbo si hablamos sobre todo en lo que se refiere a las mujeres con capacidad de engendrar y a los niños nacidos y por nacer. Por eso esta temporada puede ser más cautivadora, porque aparte de tener los duelos interpretativos del pasado año podría acabar siendo una huida e incluso tomar las formas de una road movie. Pero no solo eso, si no que ya desde su inicio nos ofrece flashbacks con matices originales que nos dan más dimensiones a las que llega la República de Gilead, el nuevo país en el que se convierte EE.UU. para intentar solventar su problema de natalidad. Además como mujer la protagonista vivirá duros y nuevos dilemas ya que en muchas ocasiones tendrá que decidir a la hora de actuar, pues deberá sopesar cuáles son sus prioridades: si su bebé, sus compañeras criadas, su integridad física, una posible revolución…

El personaje de Elisabeth Moss mantiene su carácter y continúa haciendo una clase de contención de emociones. Además de ella, claramente la actriz principal de la serie, volvemos a tener en el reparto a Joseph Fiennes (‘American Horror Story: Asylum’), Yvonne Strahovski (‘Dester’), Alexis Bledel (‘Las chicas Gilmore’), Ann Dowd (‘The Leftlovers’), Madeline Brewer (‘Orange is the New Black’), Emmy Ann Dowd (‘The Leftovers’), O-T Fagbenle (‘The Five’), Max Minghella (‘The Mindy Project’), Samira Wiley (‘Orange is the New Black’) y Amanda Brugel (‘Room’). Siguen teniendo mucha fuerza los personajes de la cruel tía Lydia (Ann Dowd) y la inquebrantable Serena Joy Waterford (Strahovski). Todos ellos lo cierto es que se ganan el apelativo de perturbados a pulso porque para llevar a cabo el sistema que intentan mantener hay que ser muy fanáticos. Por cierto que en el segundo episodio se incorporan nombres de intérpretes conocidos como Clea DuVall, John Carroll Lynch o Marisa Tomei.

Si la anterior temporada ya nos dejaba imágenes bastante impactantes en esta, ya solo en dos episodios me ha dejado marcado con fotogramas muy emblemáticos. La calidad de su fotografía ha mejorado aún más. Si sigue por estos derroteros y su nivel narrativo aumenta en intensidad o profundiza en determinados personajes secundarios seguramente la serie acapare todavía más premios, si se puede, que en su anterior temporada.

Por último, si vivís en Madrid os animamos a buscar la menina tematizada con la serie que se ha colocado en la calle y que pertenece al grupo de esculturas que se han emplazado por el centro de toda la ciudad.

 

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