Crítica: ‘Un diván en Túnez’

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Después de estudiar durante varios años en Francia, Selma abre su propia consulta psiquiátrica en un popular suburbio de Túnez, justo después de que tenga lugar la revolución social y política de la Primavera árabe.

Allí tendrá que tratar con pacientes nuevos y adaptarse a los problemas ocasionados por sus diferencias culturales, reencontrándose con un pasado que creía haber dejado atrás.

Crítica

Os puedo recomendar sin miedo a decepciones que paséis por el diván de Selma

¿Alguna vez habéis pensado en que os psicoanalicen o simplemente si os hace falta? Si es así os voy a pasar la tarjeta de la consulta de Selma Derwich. Una consulta en la que muchos se atreven a contar sus más íntimas inquietudes y que está en Túnez bajo la atenta mirada de Nietzsche, con quien Selma tiene sus encuentros y desencuentros.

‘Un diván en Túnez’ es la varias veces nominada primera obra de Manele Labidi que nos transporta al país de la Unión Africana, esa organización que busca la cohesión entre los países de África y terminar con los restos del sus pasados bajo el yugo de los imperios europeos. Precisamente de Francia llega Selma (Golshifteh Farahani) a reconectar con sus raíces y a abrir una consulta psiquiátrica. Pronto se encontrará con el rechazo de aquellos que aún mantienen una mentalidad machista, tienen prejuicios contra los inmigrantes o en su cerrazón son incapaces de hablar de ciertos temas.

En clave de comedia ligera Labidi nos plantea un país lleno de apaños, sobornos y expertos en hacer negocio a partir de cualquier oportunidad. Es una sociedad que puede llegar a ser cargante y extenuante si uno quiere prosperar en ella con una mentalidad que va aún más allá de lo demandado en la Primavera Árabe. Para dibujar ese entorno Labidi no peca de pesimista y llena el lienzo de su relato con personajes peculiares, graciosos y con algo de aflicción. Madres e hijos que no se atreven a decirse las cosas, hombres que quieren ser mujeres, creyentes con una depresión inconfesa, funcionarias que se aburren y tienen un fondo de escritorio cambiante…

A Farahani la descubrí con la excelente película ‘Paterson’ y mantuve mi contacto cinéfilo con ella tras su breve papel en ‘La noche devora el mundo’. Ahora podéis conocerla en ‘Un diván en Túnez’, donde tiene más presencia y protagonismo. Y es una buena película para acercarse a la actriz iraní. Esta artista, tiempo atrás miembro de un grupo musical llamado Nómadas, refleja bien los problemas de un personaje que precisamente se acaba de mudar y tiene en su rostro marcado cada vez más y más por el hastío producido por unos vecinos agotadores, en ese sentido hay un bien trabajo de racor emocional. Es el frontón contra el que todos tiran sus pelotas y ella las devuelve con sus reacciones siendo así cómplice de la comedia que busca la directora.

Si conseguís encontrar en ‘Un diván en Túnez’ a Julio Iglesias o a David Hasselhoff es que habéis quedado enganchados en esta película que para la protagonista se asimila a alguna escena de ‘Las doce pruebas de Astérix’. También será porque estáis intrigados con sus razones para abandonar París ya que como dicen muchos psicólogos, “todos los psicólogos necesitan un psicólogo”.

Ficha de la película

Estreno en España: 11 de septiembre de 2020. Título original: Un divan à Tunis. Duración: 88 min. País: Francia, Túnez. Dirección: Manele Labidi Labbé. Guion: Manele Labidi Labbé. Música: Flemming Nordkrog. Fotografía: Laurent Brunet. Reparto principal: Golshifteh Farahani, Majd Mastoura, Hichem Yacoubi, Amen Arbi, Ramla Ayari, Aïsha Ben Miled, Feryel Chammari, Moncef Anjegui, Moncef Ajengui. Producción: Kazak Productions, Arte France Cinéma, Canal+, OCS, Cinéventure 4, Cofimage 30, Diaphana Films, MK2 Films. Distribución: Caramel Films. Género: comedia. Web oficial: https://www.caramelfilms.es/site/pelicula/un_divan_en_tunez

Crítica: ‘Hedi – Un viento de libertad’

Sinopsis

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Hedi es un chico sencillo: no habla mucho, no tiene mucho carácter y no espera demasiado de una vida que ya tiene trazada. Indiferente ante todo lo que le rodea, acepta las cosas como se presentan: deja que su madre, autoritaria y avasalladora, organice su casamiento con Khedija;  que su jefe le mande a Mahdia la semana de su boda; y que su hermano mayor Ahmed, que ha venido de Francia para el enlace, le diga cómo debe comportarse.
En Mahdia conoce a Rym, una animadora de un hotel de playa en el que cada vez hay menos turistas. Hedi se sentirá atraído por su despreocupación y libertad, y acabarán teniendo una apasionada aventura. Pero los preparativos para la boda siguen su curso, y Hedi deberá elegir.

Crítica

Poca sustancia para una ópera prima.

Desde el Túnez más moderno nos llega la primera obra del tunecino Mohamed Ben Attia. ‘Hedi – Un viento de libertad’ viene de participar en diversos festivales en los que su temática encaja muy bien y ha suscitado todo tipo de opiniones. Nos revela una historia que precisamente trata de eso, de revelarse. A través de una persona sumisa se consigue una especie de catarsis familiar y cultural, toda una emancipación.

Hedi es el nombre del personaje protagonista, el único protagonista de la cinta. Es una persona anodina, insípida y sin sangre. Va apagado y sumiso por la vida. Nadie atiende o se preocupa de lo que quiere, está atrapado en la vida que le viene o le planifican. Su jefe, su madre, su hermano… todos le controlan. Si pensabais que la totalidad de los hombres gobernaban la vida de las mujeres en las sociedades tradicionalmente islámicas, por suerte esta película os cambiará esa mentalidad. Hedi tiene sus aspiraciones y sus ideas de futuro pero no le dejan hacer. Ben Attia ha hecho que con cada comentario y acto que hace Majd Mastoura (Hedi), cuando le dejan decir o hacer algo, sea un clamor por un cambio en su vida, por ser libre.

Entonces surge algo que lentamente nuestro protagonista comienza a emplear como una vía de escape, como un desahogo e incluso como una venganza. Pero aunque Ben Attia plasma bien la dificultad del paso que Hedi quiere dar no nos sorprende ni nos lleva a puntos que no se puedan prever tras los primeros compases. Este primer y bien dirigido discurso del director Mohamed Ben Attia es curioso por lo que he comentado antes, pero no es enormemente interesante. Me resulta carente de fuerza, está demasiado acotado en su protagonista, no tiene suficiente visión universal. Es en la narrativa, en la manera de contarlo todo, dónde está el problema. Aunque nos ha dispuesto un final idóneo para el debate y la libre interpretación nos deja al margen y lejos de empatizar con un personaje que tiene una historia demasiado delimitada.

También se liga a nuestro protagonista a la Revolución de los Jazmines, si no me ha parecido entender mal. Podemos intentar comprender la película como una metáfora del cambio sufrido en el país tras la Primavera Árabe. Por lo tanto puede tener más interés para aquellos que estudien la historia contemporánea, la cultura árabe o en concreto la sociedad tunecina.

Ganó dos premios en el festival de Berlín y ha pisado la Seminci, festivales en los que entusiasma este tipo de cine. Yo personalmente demando algo más de atractivo para salir satisfecho de la sala.

Ficha de la película

Estreno en España: 17 de febrero de 2017. Título original: Hedi. Duración: 93 min. País: Túnez, Bélgica, Francia. Director: Mohamed Ben Attia. Guión: Mohamed Ben Attia. Música: Omar Aloulou. Fotografía: Frédéric Noirhomme. Reparto principal: Majd Mastoura, Rym Ben Messaoud, Sabah Bouzouita, Hakim Boumessoudi, Omnia Ben Ghali. Producción: Dora Bouchoucha. Distribución: Golem Distribución. Género: drama. Web oficial: http://www.golem.es/distribucion/pelicula.php?id=398

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