Crítica: ‘Arny. Historia de una infamia’

En qué plataforma ver Arny. Historia de una infamia

Un juicio mediático que hizo mucho daño 

El 20 de enero llega a nuestros hogares, la serie documental ‘Arny. Historia de una infamia’. Dividido en tres episodios repasa el caso ocurrido en Sevilla a mediados de los años noventa.

HBO Max es la encargada de traernos esta serie que tiene como director a Juan Moya. Pero ¿Qué es el caso Arny? A principios de 1996 salta a la luz la investigación sobre una trama de corrupción de menores en un pub de ambiente gay en Sevilla. Una larga lista de nombres se convierte en una auténtica caza de brujas. Además del gran revuelo mediático que fue, pues entre los casi 50 imputados se encuentran famosos como Jesús Vázquez, Jorge Cadaval, Javier Gurruchaga y el juez de menores de Sevilla, Manuel Rico Lara.

Durante los tres episodios vamos conociendo todos los hechos, a través de las imágenes de archivo, entrevistas antiguas y entrevistas actuales con parte de los acusados, de familiares y amigos.

Quizás el documental me ha sido un poco caótico. No se como decirlo, pero ha habido partes que me han parecido algo repetitivas y creo que ha sido problema del montaje. Pero en general nos cuentan todas las malas praxis que hubo. Vemos el lado de los acusados, del acoso que sufrieron por los medios de comunicación, la gente y todo sin haber sido llevados aun a un juez.

Presiones de la policía, contradicciones en las declaraciones por parte del testigo principal o menores que terminaron retractándose dejando fuera a parte de los acusados. Entre ellos Jesús Vázquez, que da la cara en el documental contando su manera de vivir todos aquellos días que fueron surrealistas y dramáticos para el artista, que en aquel momento estaba comenzando su carrera. Mientras le acusaban de unos hechos tan terribles, le pedían autógrafos después de declarar. Un sinfín de locuras que le pasaron mucha factura.

Pero por supuesto no solo a él. Por Javier Gurruchaga habla un amigo y manager y vemos imágenes de archivo en las que se le ve cabreado y decepcionado por no recibir una disculpa después de salir inocente.

Al final si que hubo personas que pisaron la cárcel, pero tampoco quedaron demasiadas cosas en claro. Unos hablan de especulación inmobiliaria, otros que quierían borrar uno de los bares de ambiente de Sevilla. Al final fue un caso que para muchos fue una pesadilla y que terminaría por hacer daño a muchas personas.

 

Crítica: ‘Alguien tiene que morir’

Secretos, mentiras y bulos en la nueva serie de Manolo Caro, ‘Alguien tiene que morir’

Tenía muchas ganas de ver lo nuevo de Manolo Caro, después de terminar La Casa de las Flores’ llega esta miniserie de tres episodios con un toque bastante más dramático. Nos situamos en los años 50 en una España que no es para nada lo que es ahora. Ciertas libertades son muy mal vistas y los bulos y denuncias están a la orden del día.

Conocemos a Amparo, la matriarca de toda la familia,  interpretada por Carmen Maura, que está dispuesta a todo para que su familia no pierda el prestigio. Su hijo Gregorio (Ernesto Alterio) y a su esposa Mina (Cecilia Suárez), sufren esta obsesión.

Ellos son una de esas familias adineradas de España y por supuesto es una de esas familias que todo el mundo quiere llegar a tener. Hasta que regresa a sus vidas Gabino, el hijo ambos. Después de llevar años viviendo en México, Gabino no regresa solo. Lázaro un bailarín se presenta como una amenaza para todos.

Nada es lo que parece en esta historia y como cualquier familia tienen demasiados secretos y demasiadas cosas que ocultar.

Se nota muy bien el trabajo de ambientación. La gran mansión, llena de lujos y sirvientes, pero con un oscuridad que quizás nos quiera transmitir todo lo oculto que hay bajo esas paredes.

Las mentiras y las denuncias son los temas que tendremos en la serie. Como en el caso de ‘La Casa de las Flores‘, Manolo Caro vuelve a introducir el tema de la homosexualidad.

Poco más puedo contar, cuando una serie es tan cortita tampoco está bien tocar toda la trama y acabar con las sorpresas. Así que pasamos a hablar del reparto, que es bastante extenso y en general están estupendos todos.

Mencionar ante todo el gran trabajo de Ernesto Alterio y Cecilia Suárez con el tema de los acentos, me parece maravilloso como apenas se les nota. Nos muestran un matrimonio muerto que sigue unido por la presión y machismo de la época.

Ester Expósito ya es una asidua a las series de Netflix y poco a poco su currículum va creciendo con grandes papeles. Cayetana es un personaje que le va como anillo al dedo. Quizás muy parecido, trasladado a otra época, a su personaje en ‘Élite’, pero no deja de hacerlo perfecto.

Carlos Cuevas y Alejandro Speitzer me parecen quizás los más forzados. No están mal en sus papeles, pero quizás se hayan excedido a la hora de exagerar sus sentimientos y ser un poco excesivos en sus actuaciones.

En el resto del reparto encontramos a Pilar Castro, Mariola Fuentes, Isaac Hernández, Manuel Morón, entre otros.

La serie nos introduce en un ambiente oscuro, ya no solo por la poca luz, sino las paredes oscuras, los atuendos igual. Son colores que atraen a la tristeza, al fin y al cabo no es una familia para nada feliz.

‘Alguien tiene que morir’ es la típica telenovela de la tarde que engancha y yo solo he podido ver dos episodios y estoy deseando que llegue el 16 de octubre para verla en Netflix.

 

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