Crítica: ‘El problema de los tres cuerpos’

En qué plataforma ver El problema de los tres cuerpos

Exhibe mucha complejidad y espectacularidad, pero como en ‘Juego de Tronos’, procrastina en exceso el desenlace

Netflix estrena este 21 de marzo la adaptación a televisión de ‘El problema de los tres cuerpos’. La rompedora obra de ciencia ficción escrita por el escritor chino Liu Cixin que causó sensación cuando se publicó la primera parte de la trilogía, ahora se convierte en serie de ocho episodios. Han sido los artífices de ‘Juego de Tronos’, David Benioff y D.B. Weiss, quienes han realizado esta traslación. Y les pega mucho esta narración pues al igual que la obra de R.R. Martin nos hace saltar rápidamente por diferentes localizaciones, épocas y personajes, sembrando misterio y peligro allá por donde va. Pero sobre todo se asemeja en que todo trata sobre una amenaza en principio desconocida y a priori imposible de vencer, además de que no hay personaje que esté a salvo.

Con la Revolución Cultural china y el mundo actual como telón de fondo, la novela explora temas como las carreras tecnológicas, la política y la búsqueda de vida extraterrestre, asimilándose en algunos aspectos a los relatos de Asimov. El libro es más lineal que la serie, la cual alterna mucho más las diferentes líneas temporales. Aún así no se ha perdido el toque de Liu Cixin, el cual tejió una historia compleja y sugerente que ahonda en las consecuencias de las acciones humanas y los retos existenciales que plantean los encuentros con civilizaciones avanzadas. Quizá habría que decir que el libro es intelectualmente más interesante pues profundiza mucho más en cuestiones tecnológicas, pero emocionalmente la serie está al mismo nivel, sobre todo gracias al poder de sus imágenes, las cuales plasman perfectamente todo aquello que imaginamos al leer el libro. Evidentemente esto sucede sobre todo en las escenas del videojuego o en los momentos más enmarcados en situaciones fantásticas. Pero más allá de su gancho visual uno de los puntos fuertes de ‘El problema de los tres cuerpos’ reside en su retrato de la colisión entre diferentes ideologías y la naturaleza impredecible del comportamiento humano ante una amenaza cósmica. Igualmente se entremezclan conceptos científicos con indagaciones filosóficas, no al nivel de magníficas obras como ‘Devs’, pero si de un modo que abre debate. Por ejemplo, yo me cuestiono si se ha incurrido en un fallo enorme de guión cuando se habla de diferencias de tecnología poniendo sobre la mesa la picotecnología alien frente a la capacidad del ser humano de progresar de manera exponencial.

Por otro lado, aunque es una historia interesante y cautivadora hay que reconocer que tiene demasiados puntos en común con ‘El juego de Ender’. Un videojuego que no es ni un entrenamiento, ni un entretenimiento recreativo, sino que sirve a intereses reales además de un enfrentamiento interplanetario con una especie alienígena que nunca vemos. De igual manera podemos asemejarla a ‘Ready Player One’, donde los protagonistas también debían resolver un acertijo en un mundo virtual cuyo resultado afectaba a la realidad.

Los personajes están bien desarrollados, cada uno de ellos lidiando con sus propios dilemas morales y luchas personales mientras navegan por las complejidades de la misteriosa amenaza y los desconcertantes eventos con los que se tropiezan. Por encima de un reparto con rostros conocidos como los de Liam Cunningham, Jonathan Pryce o Benedict Wong cabe destacar los papeles de Zine Tseng y Eiza González. Esta última se diría que gracias a ‘El problema de los tres cuerpos’ ha encontrado un papel que le permite mostrar sus verdaderas dotes interpretativas más allá de su figura y su rostro, normalmente cosificados.

En conjunto, esta primera temporada de ‘El problema de los tres cuerpos’ es un visionado cautivador que invita a la reflexión y que traspasa los límites de la ciencia ficción tradicional. Su exploración de grandes temas cósmicos combinada con un drama humano íntimo la convierte en una obra por encima de la media. Tanto si te gusta la ciencia ficción pura y dura como la especulación filosófica, esta serie ofrece una experiencia rica y gratificante que permanecerá en tus pensamientos mucho tiempo después de que hayas terminado el último episodio, sobre todo porque su final queda abierto.

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