rumbo al infierno hellbound (2)

Crítica de ‘Rumbo al infierno (Hellbound)’


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La inquisición en la Corea del siglo XXI

Viral es aquello que se convierte en mundialmente conocido por circular por las redes a toda velocidad tras ser compartido en masa. Los confinamientos de 2020 nos han hecho partícipes de muchos retos o momentos que se han transformado en virales, extendiendo su concepto. ‘The ring’ ya trataba ya en 1998 un fenómeno viral, el boca a boca hacia pasar la cinta maldita. El que le daba al play a su VHS veía un extraño vídeo y recibía la llamada de Sadako. A los días esta se le presentaba para matarle. Algo así pasa en ‘Rumbo al infierno (Hellbound)’, donde unos coreanos comienzan a recibir la visita de un supuesto ángel y tiempo después unas despiadadas criaturas van a ajusticiarle.

rumbo al infierno hellboundLa violencia es lo primero que llama la atención de esta historia. Cuando esta tiene lugar es bastante burra y sanguinolenta, aunque no llega al gore. Pero la misteriosa índole del fenómeno paranormal y asesino es el mayor aliciente para seguir con la serie que Netflix estrenó el 19 de noviembre. Sin seguir con su saga de zombies Yeon Sang-ho, el director de ‘Train to Busan’, nos resarce con más terror oriental tras la mala secuela que fue ‘Peninsula’. Nos da una nueva historia sangrienta y fantasiosa que como en otras de sus narraciones descarga su peso en conceptos como la redención o el sacrificio. La grandísima faena es que decepciona sin mucho progreso en la trama, hasta el punto de dejarnos sin explicación y abiertos a una segunda temporada, por la cual reconozco que tengo ya curiosidad pues la serie se cierra con un desconcertante cliffhanger. Ya tengo claro que lo de explicar el origen o fundamento de sus monstruos no es algo que se le dé bien a Sang-ho.

La historia tiene seis episodios y en sus tres primeros seguimos a unos policías. Ellos andan tras la pista de esas bestias pardas del infierno y para ello tienen que sumergirse en las entrañas de una nueva religión. El líder puede recordar a Light de ‘Death note’. De hecho el culto a la muerte que generaban los actos de los shinigamis en esa historia se percibe como una influencia en esta serie. También tienen varios giros de guión bastante… cabroncetes. No quiero llevar a equívocos, en ese aspecto se parece pero la historia es muy diferente. ‘Hellbound’ no tiene ese guión inteligente basado en estratagemas. De igual modo que se nota la influencia de las nuevas tecnologías como sucedió en ‘Llamada perdida’. Internet se convierte en una puerta a un martirio infernal retransmitido casi en streaming. Y como otras producciones que hemos visto juega con el peligro e histeria que a veces se genera en la red de redes.

El foco está en la locura religiosa y los cambios a conveniencia más dignos de la Edad Media, cuando la Iglesia católica tenía su brazo armado o cuando su inquisición actuaba impunemente impartiendo su “justicia divina”. Se produce un pacto de miedo y adoración casi inconsciente o ciego, como el que se le rinde al vampiro de ‘Misa de medianoche’ o como el que se tiene al dictador del país vecino. Pero ‘Rumbo al infierno’ se ríe de las religiones emergentes y falsas. Salvando las distancias no he podido evitar acordarme de la solución final del Dr. Manhattan de ‘Watchmen’. El miedo hace que la gente se comporte bien o caiga en la inacción a través del conocimiento de un ente superior que puede castigar de manera implacable.

hellbound rumbo al infiernoAl fin y al cabo, como pasa en relatos como ‘La niebla’, todo trata a cerca de la interpretación de los hechos, en confundir la justicia divina con la humana. Queda claro también que la buena salud de las producciones coreanas le está abriendo las puertas por todo el mundo. Falta ver cuántos huevos de oro tiene en su interior esta nueva gallina audiovisual. Por lo pronto creo que no fallaré al decir que ‘Rumbo al infierno’ no alcanzará las cotas de éxito de ‘Train to Busan’ o el reciente bombazo de ‘El juego del calamar’.


Acerca de Furanu

De origen irlandés y criado en tierras vetonas, este ingeniero curiosamente nació en Bloomsday. Pegado desde pequeño a una televisión y a cientos de páginas, ahora gasta su tiempo montándose películas y disfrutando las de otros.

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