Crítica de la serie de acción real de ‘Resident Evil’

Una expansión más que regulera de los videojuegos

La primera serie de acción real de la franquicia ‘Resident Evil’ consta de ocho episodios de menos de una hora (más los que vengan en futuras temporadas, si no la cancelan). Los podréis ver a partir del 14 de julio en Netflix. Sigue la dinámica de los ‘Resident Evil’ modernos e incorpora una nueva trama que se regodea más en los preludios. Podemos dividir esta serie en dos partes que describiré a continuación, una menos presente y bastante aceptable y la que domina la temporada haciendo bajar el nivel de esta “adaptación”. Por lo menos no es como ‘The walking dead’, que te puedes pasar todo un capítulo sin ver un zombie.

Por un lado la acción transcurre en 2036, 14 años después del estallido zombie a gran escala, tiempo después del de Raccoon city que sucedió en el 98. Pero también, y en su mayoría, nos cuentan lo que sucedió en 2022 en una inventada New Raccoon City, tres meses antes de la catástrofe mundial y justo después del desastre de Tijuana.

Cuatro son los nombres a destacar en esta historia, todos ellos interpretando a personajes con el mismo apellido, Wesker. Lance Reddick (‘John Wick’, ‘Fringe’) es Albert Wesker (con la consabida polémica por el cambio de raza). Las otras protagonistas, las hijas de Wesker, son encarnadas por las jóvenes Tamara Smart y Siena Agudong, junto con las actrices que las representan de mayores, como Ella Balinska (‘Los ángeles de Charlie’) quien fue atleta en su día y aquí nos aporta la mayor dosis de acción que han sido capaces de disponer.

Lo malo es que la mayoría de la trama adolescente sobra, yo calculo que el 70% del metraje. Quizá la explicación la encontremos en que esta ‘Resident Evil’ está creada por Andrew Dabb, el co-escritor de ‘Supernatural’ y esta también es una serie de fraternidad con padre complicado. El quinto episodio por ejemplo está acaparado totalmente por las dos hermanas cuando eran jóvenes y tiene momentos de vergüenza ajena. Y a partir de ahí la cosa decae más. Los mejores momentos son los que transcurren en 2036 ya que son los que tienen acción y monstruos clásicos de la saga, recordando a películas como ‘Wyrmwood: Apocalypse’. Ahí se desarrolla por ejemplo cómo funcionan los no-muertos (llamados ceros aquí) tras catorce años vagando y buscando carne humana, encontrando cada vez menos.

La trama transcurre en Nueva Raccoon City pero también en un Londres destruido y con zombies que por desgracia no recuerda a ‘28 días después’. La serie termina recordando más a ‘Rec 4’ que al exitazo de Danny Boyle con zombies (o infectados) que corren. Al igual que en muchas de las películas animadas la acción nos lleva lejos de Raccoon y eso permite distanciarse, ampliar el universo de ‘Resident Evil’ y oxigenar la historia fuera de las estrictas exigencias de lo que habría sido una adaptación de alguno de los clásicos. Pero como pasa con muchas de las historias de Netflix, la brújula se estropea y pierden de vista qué material tenían entre manos. La táctica es la de desarrollar una secuela independiente generando nuevas historias y nuevos personajes, seguramente con la pretensión de tener un efecto boomerang y que estos aparezcan en los juegos.

Aunque este sea un material casi carente del espíritu de los juegos de Capcom (menos aún que las películas de Anderson y Jovovich) seguimos teniendo elementos que nos recuerdan a la original, de manera episódica y casi ciñéndose a lo meramente conocido como huevos de pascua. Umbrella obviamente es una corporación farmacéutica que controla territorios enteros, ahora capitaneada por Evelyn Marcus (Paola Nuñez), hija de uno de sus fundadores, James Marcus. Aparecen los gusanos de ‘Resident Evil 3: Nemesis’ o de ‘Code Verónica’, los lickers, las arañas gigantes, el Chainsaw Majini del quinto juego, Lisa Trevor… Incluso se hace un guiño a las plantas verdes con las que nos curábamos en los juegos. Pero obviamente no es suficiente, por lo menos si no compartimos la visión de Dabb. Falta un guión a la altura y una ambientación más similar a los videojuegos, cosa que por lo menos si conseguía el último filme.

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